‘El curandero Juan de Paco’. Por Francisco Jesús Hidalgo, archivero municipal y cronista auxiliar de Cehegín

 

 

Dentro de las enfermedades que en una época determinada estaban arraigadas en Cehegín, casi como una enfermedad común más, con la que se convivía como con tantas otras, se encontraba la ‘rabia’. En los siglos XVI y XVII eran relativamente habituales los casos, y quien la cogía estaba ya condenado, pues eran muy raras las curaciones. La rabia era y es trasmitida a través de la saliva por las mordeduras de los perros infectados.

Se sabía perfectamente que se cogía a través las mordeduras, lo que no se podía era curar. Así, periódicamente se sacaban ordenanzas para que no hubiera perros sueltos por las calles, y que los amos encerraran a los suyos si eran buenos, o mataran a los llamados «perros malos», los que mordían. Los médicos la trataban, pero su éxito era escaso, evidentemente, y por eso se recurría a saludadores o curanderos como en el caso de Juan de Paco Rodríguez, especializado en el rezo de esta enfermedad, que vivían de rezarla, y al parecer tenía mucha clientela. Por eso pidió que el Concejo le autorizara a no pagar contribuciones por ser muy pobre, y seguir con su práctica, ya que era el único ingreso que tenía para poder vivir.
Curiosamente el concejo lo dejó exento del pago de los impuestos.

En el año 1663 escribe esta carta al Concejo:

“Juan de Paco Rodríguez, vezino de esta villa. Digo que como a Vmds. todo consta y es notorio y por tal lo alego, Dios fue servido de comunicarme gracia contra el mal de la rabia, que ordinariamente e curado y curo en esta villa, desde que tube razón para ello, y quando en muchas de las comarcanas me están haciendo conveniencias muy considerables para poder yo pasar mi vida, por servir a Vmds. que la villa de quien conozco soy hijo y natural, no admito las de otras partes. Soy pobre, que no tengo otro ministerio y servicio de que balerme. Suplico a Vmds. a lo menos sean servidos de mandar se me tilde de padrones, que en ello reciviré particular favor, y ansí lo confío, pido justicia, juro e para ello suplico. Y que no se cobren de mí los repartidos. Atento mi pobreza y que no tengo de do pagarlo.

Vista la petición de suso por sus mercedes e la justicia i capitulares del Concejo desta villa, que abajo firmaron sus nombres, y que es cierta la rrelación que haçe el dicho Juan de Paco, mandaron que de aquí adelante no se le reparta a el susodicho por los padrones y repartimientos
que se le hicieron…”

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