Juventud Antoniana Ceheginera (I). Fines y actividades de la asociación. Actos religiosos

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González Ruiz

Todos los años, el 13 de junio, celebramos en Cehegín la festividad en honor a San Antonio de Padua, fraile franciscano y doctor de la Iglesia. Con el nombre de Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo vino al mundo en Portugal en el año 1195, pero lo cambió por Antonio al ingresar en la Orden de Frailes Menores. Adquirió el apellido por el que se le conoce en el mundo de la ciudad italiana de Padua, donde murió y todavía se veneran sus reliquias en su magnifica basílica. León XIII lo llamó “el santo de todo el mundo”, porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes…

Era poderoso en obras y en palabras, y en opinión de alguno de sus biógrafos “su cuerpo habitaba esta tierra, pero su alma vivía en el cielo”. Es patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Se le invoca por los objetos perdidos y para pedir un buen esposo/a, y su intercesión es verdaderamente extraordinaria. Se le llama el “Milagroso San Antonio” por ser interminable la lista de favores y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos desde el momento de su muerte.

San Antonio es el patrón de los pobres y, ciertas limosnas especiales que se le dan para obtener su intercesión se llaman “pan de San Antonio”. Fue canonizado antes de que hubiese transcurrido un año de su muerte; en esa ocasión, el Papa Gregorio IX pronunció la antífona ‘O doctor optime’ en su honor y, de esta manera, se anticipó en siete siglos a la fecha del año 1946, cuando el Papa Pio XII declaró a San Antonio ‘Doctor de la Iglesia’.

Entre el amplio abanico de actividades que desarrollaba la Juventud Antoniana en Cehegín caben destacar la atención a los pobres y enfermos necesitados; la formación catequética para la primera comunión; la confección de 23 urnas con la imagen del Santo para recaudar fondos para los pobres (iban de puerta en puerta por las distintas zonas del pueblo, llevadas por celadoras de la asociación), celebración de festivales diversos; por ejemplo, en 1927, según se cuenta, se celebró un festival taurino en beneficio de los pobres; y colocación en la parroquia del Convento, junto al Santo, de un cepillo recaudatorio para depositar los donativos para los pobres, el cuál todavía permanece. El día del Santo Patrón es adornado con flores por sus devotos.

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El amor y devoción que sentían sus miembros se hacía más patente si cabe, durante las fiestas del santo patrón en el que se llevaban a cabo actos religiosos. Todos los años, llegado el mes de junio, se celebraba un Quinario, dedicado por todos los jóvenes a San Antonio de Padua, en el Convento de San Esteban. Durante la misa del último día del Quinario -día de San Antonio- se procedía a la bendición y el reparto de lirios a los fieles asistentes. Además, se imponían “distintivos” con la imagen del Santo a los nuevos jóvenes afiliados a la Asociación. Finalmente, se bendecían también los panes que posteriormente serían repartidos a los pobres en la comida. También se realizaba una misa-comunión y visitas al Santísimo todos los días.

Es digno de resaltar que las homilías, tanto del Quinario como de las misas-comunión diarias eran predicadas por el Director de la Asociación. La asistencia a la misma era máxima por los jóvenes antonianos y todos devotos asiduos del santo patrón. Por la tarde del día 13 de junio, festividad de San Antonio, se le llevaba en andas por las calles del barrio. La comitiva estaba encabezada por su director y los miembros de la junta firectiva. Además, hombres y mujeres abanderados, así como devotos de todas las clases sociales les acompañaban en tales ocasiones.

La juventud cantaba el himno del santo, que decía: “Honor y gloria a nuestro Santo Patrono, que ampara y guía a la juventud, que nos conduce al trono de Dios por el camino de la virtud”. La procesión tenía el siguiente recorrido por las calles La Copa, Begastri, La Verja, Plaza de Toros y José Antonio (ahora Convento) y terminaba en el convento franciscano.

Los cohetes llenaban el cielo de alegría y los gritos de los fieles –“¡Viva San Antonio!”- hacían patente el amor que profesaban hacia el Santo Protector de la Juventud. Y los asistentes a la procesión podían llegar a las 2.000 personas entre jóvenes y adultos. CONTINUARÁ

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