Caravaca de la Cruz se prepara para acoger hoy a miles de visitantes llegados desde todos los puntos de la Región de Murcia y de otras provincias españolas para disfrutar de los Caballos del Vino 2015, un festejo único en el mundo, declarado de Interés Turístico Internacional, que se enmarca en las fiestas de Moros y Cristianos en honor a la Vera Cruz, que se celebra del 1 al 5 de mayo. Al caer este año el 2 de mayo en sábado se prevé una mayor afluencia de visitantes.

La existencia de los Caballos del Vino, una cita muy seguida desde siempre por los ciudadanos de toda la comarca del Noroeste, está documentalmente probada desde hace tres siglos, confluyendo en este evento una serie de elementos sociales, culturales, históricos, religiosos y tradicionales que superan el simple evento festivo y lo convierten en una manifestación antropológica reconocida como única en el mundo. A lo largo de su historia, han sufrido diversas vicisitudes, pero el festejo ha sabido subsistir a todas ellas, adaptándose a las circunstancias y manteniendo toda su pureza e integridad. Así la fiesta se ha transmitido de generación en generación sin normas escritas.

Y es cada 2 de mayo, cuatro mozos, asidos al caballo desbocado de su peña, recorren en pocos segundos una distancia de 80 metros hasta alcanzar la explanada del Castillo, rememorando así el momento en que los templarios rompieron el cerco moro introduciendo en el recinto unos pellejos de vino para sanar a los enfermos prisioneros.

Incluso, la relevancia de los Caballos del Vino ha posibilitado que fueran designados por el Consejo de Patrimonio Histórico del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes como candidatos a ser inscritos por la Unesco en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. De hecho, se estima que de 150.000 personas acuden cada año para presenciar este festejo insólito.

Por lo que se refiere a fiestas de Moros y Cristianos, con los tradicionales desfiles, rememoran una tradición que encuentra sus raíces en la Edad Media, cuando la localidad caravaqueña, al igual que el resto del Noroeste, era tierra fronteriza con el Reino Nazarí de Granada.