‘Las denuncias en el Cehegín del siglo XVIII’. Por Francisco Jesús Hidalgo, archivero municipal y cronista auxiliar

 

 

«El Consejo tiene noticia cierta de que ha dos meses que en la calle maior de esa villa se han fabricado unos poyos a expensas de gente principal, moza y desocupada, que en ellos se sienta y pasa lo más del día haziendo divertimento de motejar y sonrojar a las personas pobres que van y vienen por allí a su comercio, de que resultan inquietudes, disensiones y inconvenientes. Y todo esto no puede produzir sino maiores daños. Y para evitarlos ordena el Consejo a vuesas mercedes que desbaraten y quiten estos poyos, semejantes a los que en otras ocasiones se han mandado derrivar. Y que den ustedes quenta de la puntual ejecución de esta orden. Dios guarde a vuesas mercedes muchos años. Madrid, 26 de septiembre de 1733.

Justicia y Regimiento de la villa de Zehegín. “

Esta carta se envió desde la Corte, en Madrid, presumiblemente por una denuncia presentada por los afectados, ante las burlas de los jóvenes de familias principales de la villa que se sentaban en el dicho poyo de la calle Mayor. En el transfondo de este documento parece evidente que se nos indica algo importante: la justicia local hacía caso omiso de las denuncias cuando éstas pudiesen afectar a los pudientes. Parece meridianamente claro que quien presentó la denuncia en Madrid no fue alguien pobre, sino algún afectado por burlas procedentes de algún jovenzuelo de una familia rival de la suya. Fíjese el lector en un matiz interesante. Lo que se ordena es que se derriben los poyos, pero no castigar a los burlones. Si estos jóvenes hubiesen sido de clase humilde hubieran sido, sin duda castigados, multados o posiblemente encerrados en la cárcel por injurias o comportamiento indecente. Aquí se opta por una solución salomónica: quitar los poyos para que no se puedan sentar allí, en vez de castigar a los mozos. Todo esto es una muestra de cómo funcionaban las cosas en el Cehegín de la Edad Moderna. Este tipo de denuncias puestas en el Concejo eran simplemente dejadas de lado, ya que el control concejil era total por parte de las propias familias de estos jóvenes pudientes desocupados.

 

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