Diego Caballero, un ceheginero en ‘Silicon Valley’, centro líder para la innovación y desarrollo de alta tecnología

 
 
Diego Caballero nació en la década de los 80 y creció como un ceheginero más del Barrio de San Cristóbal. Estudió en el colegio ‘Conde de Campillos’ y desde muy corta edad jugó al baloncesto en el C.B. Cehegín, un deporte que según sus palabras, «ha sido muy importante para mi ya que me enseñó muchos valores que aún aplico a día de hoy: disciplina, compañerismo, ambición, trabajar por un objetivo colectivo…»
 
Después se matriculó en el instituto ‘Vega del Argos’ y de ahí pasó a la Universidad de Murcia, donde estudió Ingeniería Superior Informática. Hasta aquí parece la biografía de cualquier chico de su edad, eso sí, aventajado.  Pero si hoy nos fijamos en él es porque desde hace más de un año trabaja en ‘Intel’  una de las empresas tecnológicas líder a nivel mundial, nada menos, que en ‘Silicon Valley’, en California.
 
Diego nos cuenta que su aventura norteamericana se comenzó a gestar en 5º de carrera. «Con una beca me fuí a estudiar a la Universidad Politécnica de Cataluña. Fue todo un reto, pues tuve que dar clases en catalán, pero la experiencia ha sido muy positiva en ese sentido. Llegué a Barcelona porque siempre me han apasionado los procesadores de ‘Intel’. Ellos tenían en la ciudad condal un laboratorio de investigación que se dedicaba al diseño de nuevos procesadores, y esto fue un factor decisivo para mudarme allí, pues muchos de estos profesionales daban clase en la universidad».
 
Después estudió un Master en la misma universidad y un doctorado. «Estas dos últimas titulaciones las cursé siendo investigador en formación en ‘Barcelona Supercomputing Center’, el centro de supercomputación más importante de España, y con una gran relevancia en Europa y a nivel mundial. Allí he pasado trabajando/estudiando casi 7 años y es donde he forjado mi experiencia y especialidad, que me ha permitido llegar hoy a donde estoy».
 
Durante ese tiempo, Diego ha desarrollado su labor profesional en la programación paralela, optimizaciones de rendimiento, compiladores y arquitectura de computadores. «Por decirlo de una manera muy resumida, yo me dedico a hacer que las aplicaciones informáticas aprovechen al máximo todos los recursos de los procesadores  que son el cerebro de los ordenadores, los teléfonos móviles, las tablets, etc…., minimizando el esfuerzo que los diseñadores de estas aplicaciones tienen que hacer».  
 
Afortunadamente, recuerda, «durante mi etapa en ‘Barcelona Supercomputing Center’ trabajé en temas relacionados con intereses de ‘Intel’. Su laboratorio acabó cerrando pero desde mi empresa seguíamos colaborando con ellos y todo esto me sirvió para terminar en Estados Unidos. He tenido mucha suerte y mucha ayuda de mis directores de tesis y mis compañeros del centro, la verdad».
 
Allí, Diego se ocupa del área de la vectorización, «que es un tipo de optimización de rendimiento en la que he estado trabajando durante mi máster y doctorado. Actualmente vivo en Santa Clara, que está como a una hora hacia el sur de San Francisco, y es donde está el centro de Intel en el que trabajo. En pleno Silicon Valley, vaya. Muy cerca de nosotros están empresas como Google, Apple, Facebook, Twiter, o hasta un centro de la NASA. ¡Es una pasada! Sin ir más lejos, el otro día me encontré a Mark Zuckerberg (el creador de Facebook) en un restaurante».
 
Pero como él mismo reconoce, «estar aquí también tiene sus cosas malas. La peor es que estoy muy lejos de mi familia. Eso no lo llevo nada bien, pero bueno, gracias a la tecnología estamos en contacto cada día. Sé que ellos también están haciendo un gran esfuerzo… La verdad es que si hoy por hoy estoy aquí y he llegado donde he llegado, ha sido gracias al apoyo incondicional de toda mi familia, y a mis padres, que se han sacrificado muchísimo por darme los estudios que tengo. Siempre han estado ahí, aguantando lo que hiciera falta».
 
Y acto seguido también nos confirma que echa mucho de menos Cehegín. «A los amigos, a los vecinos y sobre todo la comida. Esas tapas y esos potajes que se comen por allí no los encuentras en los Estados Unidos. Por no haber, no hay ni jamón. Eso también lo llevo muy mal».
 
Si se cumplen las previsiones, regresará a Cehegín en pocos días para visitar a su familia y amistades. Lo que está más complicado es volver a España para desarrollar su labor profesional. «Me gustaría algún día, pero no lo sé. De momento sólo por vacaciones… Las oportunidades en mi campo son muy escasas. No hay demasiadas opciones, la verdad. Es bastante frustrante…»
 
 

 

 

 

 

 

 

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